domingo, 17 de octubre de 2010

Helena enim, rationem et causam. PART I


Elena, mi hija tengo que contarte y explicarte algunas cosas para que llegado el momento no me culpes por mentirosa, para que no me condenes al no hacer más que contarte cuentos de hadas, y a tu padre por no hacer más que explicarte el origen de tu nombre y leerte en mi vientre "La República".

Se escuchan disparos en la calle, justo ahora que redacto estas letras manchadas de mi propia sangre y la sangre de tu bisabuela que nunca aprendió a quedarse callada. Tápate los oídos, estrella intemporal, para que no te sobresalten los juegos artificiales que nos manda el gobierno, para hacernos creer que somos libres, pero no, nadie entiende que es para advertirnos que las granadas caerán hoy en nuestras camitas, quemando los libros, los cuentos, los olores de esperanza.

Cuídate de las balas, mi niña, y nunca confíes en los que dicen ser “los buenos”, ¡esos son los peores!. Muchos hermanos, han muerto atravesados de lado a lado, por los calibres que porta la policía, y nuestras hermanas, asfixiadas por sus asquerosas manos.

Cuando veas pájaros de acero, enormes en el cielo, no imagines que vienen a rescatarte y huye lejos, escóndete donde no puedan verte, es el ejército, ¡son ellos! Siempre entrenados como perros, como hienas…. Son aves carroñeras, y hábiles sabuesos que buscan el exterminio de los que luchan, de los que sueñan con un México, que huela a cacao humeante y esquites, no más a pólvora quemada y líquidos ferrosos.

Conoce las calles, conoce la selva, porque mi niña, allá afuera de mi vientre, no tendrás más hogar que los brazos del viento.

Hija, no te acostumbres a ver morir a la gente, nunca dejes de creerte parte de las masacres, ni juegues a ser la intelectual que no se moja las manos con sangre ajena, que cura heridas y aún así, sigue viendo hermoso el horizonte. Lucha con todo lo que tengas para erradicar la guerra, mi vida, para desaparecer la hambruna y la miseria, enseña a leer y a crear.

Sabes luchar, porque naciste luchando en contra de las prescripciones que te obligaron a agacharte, a sentir vergüenza de tu sexo, naciste luchando y abriendo un espacio, que la historicidad quiso negarte.

Nunca abdiques por más cansada que te sientas, no aceptes regalos, ¡putas dádivas!, a cambio de tu dignidad y la de tus hermanos.

Quema tu círculo de confort para que nunca te sientas tentada a usarlo.

Como me enseñó tu padre, aprende a usar los ojos como tu única estrategia, con ellos, mata o resucita...

3 comentarios:

  1. woooooooooooow que buen pnesamiento y la forma en que lo redactas, wooow!!!

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  2. Odio mi nombre por ser tu enemigo a muerte. En ti veo todos los peligros del mundo juntos. Este sueño va a caer del lado opuesto de la apuesta. Quizás en otra vida, quizás en otra muerte.

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  3. Helena, hija, cuidate sobre todo de Dios, el gran hombre, que te tentará tantas veces, hija cuídate del insomnio de la razón que engendró a ese monstruo. Frente a tus ojos siempre estará la respuesta, los otros, porque la vida no es de "el humano" es "entre" humanos.

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