sábado, 11 de diciembre de 2010

Mi país está ardiendo

Poeta, ¿Cuándo vendrás a aliviarme esta angustia? Que se me expande por el rostro pálido –como de desmayo- La noche me aterra, porque es prolongada.

Larga noche, como larga es la agonía de que no llegue mañana.

Poeta, tienes minados hasta los sueños y sigue sin amanecer. Todo se vuelve tinieblas, porque me dediqué a hablar de la muerte de todas formas, menos como inherente a la hoja donde ahora mismo redacto. No entendí que hasta la poesía se torna prescindible, cuando el hombre al que amas, se bate en duelo con el reino de la posibilidad, y ya no te canta, ya no cura, ya no te convence de que todo está bien, ni la ausencia comprendí hasta que un día tenía el corazón en las manos, expulsado y agonizante ante la primera plana de la Jornada, con el encabezado escrito con sangre. Y quise correr, detener la escena perpetuamente que me vio arribando a tu Estado.

Poeta, es hora de quemar las naves en este país, que es tan mío como tuyo, es hora de quemar las naves para no tener modo de escapar, porque el exilio a causa de no rendir pleitesía a un gobierno líquido, se goza.

Poeta, donde estés sabe de cierto que mis pasos nunca tendrán más rumbo que la elección de la libertad… Todo vale la pena cuando te escucho respirar, cuando laten mis labios en los tuyos.

Helena enim, rationem et causam. PART II

Deven Helena, deven mujer, jaguar y roble. Vuelve tus pechos caracoles y siembra en tus manos la esencia revolucionaria.

Dispersa tus ideas y nunca olvides que el agua no tiene por qué ser comprada.

Cuando salgas de mi vientre y del corazón de tu padre, serás bañada, no con los finos perfumes de las musas, ni caminaras sobre el musgo lechoso cual pintura renacentista. Deberás caminar descalza sobre los sesos volados de papá que nunca se pudo acostumbras a la opresión y sobre las viseras de tu progenitora. Honrarás nuestro nombre cuando no permitas que te crucifiquen a un dogma, a una idea; y cargues en tus besos condena edípica alguna. Cuando no te asumas como Helena, cuando te olvides de tu nombre… Cuando lo otro seas tú misma.

Ya conocerás la lucha y la causa cuando sea tu pueblo quien exija de tus manos, levantar el estandarte de libertad a los oprimidos por la historia, que dicta como apócrifas las versiones que no le rinden pleitesía ni a españoles ni a fascistas, cuando sea tu pueblo quien te exija limpiar

sudor de las frentes y cocinar el almuerzo. Cuando sea el niño quien ocupe de tus brazos, para dormir sus tristezas y dolores… Aunque sea un ratito.

Con el tiempo comprenderás algunas cosas que no se pueden verbalizar, como la poesía, la sonrisa del hombre al que amas, o un plenilunio con brisa fresca, en espera.

Sólo el tiempo te dará la locura necesaria para creer en sueños colectivos, pintados con las manos de los que dejaron la mesa puesta sin probar bocado.

Sabrás por qué no conviene ser una mujer de plástico, ni conformarte con ser hembra y sentirás rosándote la espalda, los empeños de Simone y de todas tus hermanas, muchas muertas por haber nacido en una tierra, donde dios sólo cuida a los de su estirpe.

Helena, son tiempos difíciles, los líquidos tóxicos plagan las ciudades, los militares nos sitian y los armatostes que vuelan, dejan con sordera. Hay hambre en los puentes y hospitales, hay hambre en las escuelas, y por todos lados.

Papá te construyó un caballito de madera, con un tramo que quedó cuando pusimos la zapata. Para que lo busques cuando necesites saber cómo es la mirada de un hombre que ha visto tanta sangre y sin embargo no deja de consternarse con los suspiros sonámbulos y el llanto de tu madre por la madrugada, robándole instantes clandestinos al tiempo.

Pero mientras llegas a este mundo, cocido con la mano derecha , iré Helena a descocerlo, para meterle tu nombre y el de todas mis Helenas; violadas, torturadas, escupidas, transgredidas, machacadas, silenciadas y ya ausentes. De mis Ariadnas, caídas y olvidadas.

Mis Helenas anónimas e inauditas.

Descocer, incluir y después volver a cocer con la siniestra y de abajo hacia arriba, de adentro hacia afuera. Helena, estrella clara de mis tinieblas tempestuosas… Algún día.