domingo, 18 de julio de 2010

Nos ven amar, nos ven jugar... nos ven atrás de su armadura militar.

¡En apoyo al SME, Ing. Cayetano Cabrera y los que resisten!

Cayetano entra a una burbuja de olvido consciente, su catarsis fluctúa entre la vida y la muerte, el resto… nos mordemos los labios secos de angustia.

Los creyentes rezan porque su plegaria sea escuchada, pero no por dios, si no por las "instancias correspondientes". Los ateos hacemos lo mismo, nuestras lágrimas, y el coraje que nos taladra,

dilata las arterias de este pueblo dolido, es nuestra más honesta forma de condenarles a las hienas y a los carnívoros potentados el repudio colectivo, que será también escrito, porque la miseria no la ocultan ni sus abultadas barrigas, ni su medula espinal.

Hay barullo, pezones erectos, y señores enojados, paisajes abigarrados… En esta ciudad que huele a muerte, porque cada puente que se cruza, es como ir más cerquita del Mictlan.

Las articulaciones colapsan y el flujo sanguíneo se alenta, la visión se nubla, y la parestesia se extiende por las piernas, se duerme

lentamente el brazo izquierdo, y sigue sin haber respuesta; si no un gran vacío que nos culpa

directamente por no haberle amarrado las manos al niño, para que de grande no se volviera ratero, para que en más travesuras no se involucrara, en la boca no le pegamos cuando nos mintió sobre su llegada tarde, y cuando dijo con cinismo que él no había sido. El niño se hizo grande, y se auto-proclamó “Supremo Gobierno”, y los papeles se invirtieron, porque no sólo pedía para comer diario, si no nos quitaba empleos, para dárselos a sus grandes hermanitos de nombre monopolios.

84 días de resistencia, 84 días de colapso, incertidumbre, pero franca convicción, 84 días que tiemblan no solo las conciencias de mi pueblo, que ya no creen a las señoras del lavadero televisivo, sino las piernas regordetas y cortas de los ególatras, y mandatarios, que buscan replegar y disolver la unión de los poseedores legítimos del terruño, y la dignidad.

Es cierto, en este país hay muchos Cayetanos, que inundan las calles alegóricas de México, con victoria.

Salpica para todos lados la historia que hacen mis hermanos, la que no se escribe en los libros, y la que no requiere de demagogias (porque es la que se siente y la que curte).

Dolidos por todos lados, buscamos la razón de su inferioridad escondida tras la pose del alarde y la fingida agonía, ni en la altivez de la primera dama, de la que nos resulta graciosa, porque no ha hecho a su marido, respetar la distancia que hay en su fría y alcohólica alcoba nupcial, de las camitas de los niños que no

encuentran a papá que trabajaba para Luz y Fuerza, y ahora dicen los

periódicos que se ha vuelto huelguista.

(Carga su barrilete esperanzado).

Cayetano, y los huelguistas, no le temen a nada, porque hay un pueblo al que representan.

Que seamos libres como el verso, que las miles de muertes hablen.

¡SME que sigue los pasos de los que no prostituyen la dignidad, y llevan en la boca la palabra que

esperanza!

México, en huelga anónima y sin hacer registro de ello desde hace..., a causa de un gobierno fascista que no se representa más que a sí mismo.

"Soporta lo que la suerte te depara; el que resiste acaba por ser premiado, porque la suerte sabe premiar con largueza, así como compensar con magnificencia el . espíritu tranquilo."

Herder

sábado, 3 de julio de 2010

Oscar y los capulines

Hablaba con los pájaros, como quien mantiene charlas

incansables con un buen amigo.

Comía capulines, y los huesitos

enterraba en los orificios de las paredes purulentas, haciendo un

mosaico, que pretendía

después tomara vida, y se volviera un bosque tropical, un paisaje

inclinado que le alegrara el seño a los

transeúntes.

S

e

llama Oscar, tiene once años y

los dientes podridos, los cabellos le cubren el rostro y me habla por

mi nombre; hace preguntas que nunca se responder –porque nunca son concretas- sueña, y le pido

que lo siga haciendo, porque dentro de poco, no lo hará más.

Deberá trabajar el doble, comenzará a usar las drogas de su madre, ser un maniquí de carne y hueso del destino que él no ha

elegido.

No aprenderá a leer; y es un alivio porque de ese modo, no imaginará paisajes, que no podrá tocar, no aprenderá a

escribir y esa condición lo ayudará, pues sus hijos no sufrirán al saber

que las carencias también se heredan del padre. La

estrategia de saber que dios existe, será su suporte para lidiar con el hambre.

No hablará de temas que no sabe, y tampoco le fallará al patrón al delatarlo de sus actos fraudulentos, ni se sabrá

explotado no le fallaré a la hora de condenarle, porque las cargas que el soporta en el lomo, no las

cargan ni entre dos.

Se levantará a la misma hora, todos los días de su vida, a soportar el flagelo y la cuarta más gruesa y más

infame que el látigo se cuenta azotó a Jesucristo.

Nunca sabrá a

quien se le ocurrió la estupidez de decir “pienso y luego existo”, para pensar se necesita

alimento, que el no tiene, y cuando lo tiene lo multiplica más del doble de la reproducción del pan y los peces, en trabajo, -para el no habrá tiempo de pensar-, eso es para los ricos.

Oscar morirá pasado el tiempo, en el empeño de que sus capulines germinen en la pared de la esperanza.