miércoles, 31 de marzo de 2010

Preñez


Tú…
hombre de hierbas,
soplaste aliento mágico
a mi vientre fecundo,
dibujaste en mi frente
un signo tibio que el tiempo no borrará.
Tus dulces trazos en mi alma,
serán el sustento que me quedará
por si acaso alguna noche me llenase de vacío,
y tus ojos no encontrara entre las montañas.
Tus manos a mi cuerpo dieran forma y estructura.
No pude escapar de tus dedos
que me conocen de extremo a extremo;
si no fui muy pura ni muy tierna,
casta o muy amable caballero,
se que también sabes la razón.
Ahora mi cuerpo late doble,
y en tus entrañas me contempla
un trozo de cielo que le robaste a dios de su reino
y colocaste en mis adentros…
Coronada por Venus robaré de la vía láctea
un poco de magia y nutrición
que será alimento de mis pechos,
para la criatura a la que daremos
forma y corazón,
este hijo de sombras marcadas,
fragancias, arrebato, música y misterio,
esta criatura;
tuya y mía.

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