sábado, 11 de diciembre de 2010

Helena enim, rationem et causam. PART II

Deven Helena, deven mujer, jaguar y roble. Vuelve tus pechos caracoles y siembra en tus manos la esencia revolucionaria.

Dispersa tus ideas y nunca olvides que el agua no tiene por qué ser comprada.

Cuando salgas de mi vientre y del corazón de tu padre, serás bañada, no con los finos perfumes de las musas, ni caminaras sobre el musgo lechoso cual pintura renacentista. Deberás caminar descalza sobre los sesos volados de papá que nunca se pudo acostumbras a la opresión y sobre las viseras de tu progenitora. Honrarás nuestro nombre cuando no permitas que te crucifiquen a un dogma, a una idea; y cargues en tus besos condena edípica alguna. Cuando no te asumas como Helena, cuando te olvides de tu nombre… Cuando lo otro seas tú misma.

Ya conocerás la lucha y la causa cuando sea tu pueblo quien exija de tus manos, levantar el estandarte de libertad a los oprimidos por la historia, que dicta como apócrifas las versiones que no le rinden pleitesía ni a españoles ni a fascistas, cuando sea tu pueblo quien te exija limpiar

sudor de las frentes y cocinar el almuerzo. Cuando sea el niño quien ocupe de tus brazos, para dormir sus tristezas y dolores… Aunque sea un ratito.

Con el tiempo comprenderás algunas cosas que no se pueden verbalizar, como la poesía, la sonrisa del hombre al que amas, o un plenilunio con brisa fresca, en espera.

Sólo el tiempo te dará la locura necesaria para creer en sueños colectivos, pintados con las manos de los que dejaron la mesa puesta sin probar bocado.

Sabrás por qué no conviene ser una mujer de plástico, ni conformarte con ser hembra y sentirás rosándote la espalda, los empeños de Simone y de todas tus hermanas, muchas muertas por haber nacido en una tierra, donde dios sólo cuida a los de su estirpe.

Helena, son tiempos difíciles, los líquidos tóxicos plagan las ciudades, los militares nos sitian y los armatostes que vuelan, dejan con sordera. Hay hambre en los puentes y hospitales, hay hambre en las escuelas, y por todos lados.

Papá te construyó un caballito de madera, con un tramo que quedó cuando pusimos la zapata. Para que lo busques cuando necesites saber cómo es la mirada de un hombre que ha visto tanta sangre y sin embargo no deja de consternarse con los suspiros sonámbulos y el llanto de tu madre por la madrugada, robándole instantes clandestinos al tiempo.

Pero mientras llegas a este mundo, cocido con la mano derecha , iré Helena a descocerlo, para meterle tu nombre y el de todas mis Helenas; violadas, torturadas, escupidas, transgredidas, machacadas, silenciadas y ya ausentes. De mis Ariadnas, caídas y olvidadas.

Mis Helenas anónimas e inauditas.

Descocer, incluir y después volver a cocer con la siniestra y de abajo hacia arriba, de adentro hacia afuera. Helena, estrella clara de mis tinieblas tempestuosas… Algún día.

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